Había una vez un lugar donde los árboles eran grandes, verdes y frondosos; alegres bailaban con la música que tocaba el viento. Pero los seres humanos habían llenado la tierra de automóviles que largaban gases desde sus caños de escape, además de grandes fábricas para producirlos, lo que generó en el cielo una delgada capa como una frazada gigante encerraba el calor que antes rebotaba y se perdía en el espacio, además las ganas de comer hamburguesas hacía que se corten los árboles para poder alimentar a las vacas, todo esto hizo que el planeta esté más caliente de lo habitual, que los hielos polares se derritan ocasionando que varias playas queden bajo agua, lo que generó muchos desequilibrios, la falta de lluvias, junto a la erosión del suelo, que no se llegaba a humedecer, provocó que los árboles queden tristes y marchitos, esperando calmar su sed, algunos perdiendo todas las esperanzas se secaron. Pero otros sabían que siempre que llovió paro o si se secó llovió, esperaban ansiosas la llegada de lluvia, el solo recuerdo de las caricias de las gotas, hacía que valga la pena esperar. Hasta que las nubes extrañando los paisajes verdes y el saludo de sus ramas decidieron soltar el agua que tenían guardada; todos los árboles volvieron a reverdecer y estar alegres; confiaban que si volvían a estar fuertes, podrían dar muchos frutos y semillas para volver a germinar el planeta; así entre todos poder dar oxígeno para limpiar el cielo.
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